El viernes 6 de marzo de 2020, un día después de que Sudáfrica registrase su primer caso confirmado de covid-19, y unas semanas después de que Egipto se convirtiera, el 14 de febrero, en el primer país africano en registrar una infección, la policía ugandesa detuvo a un curandero tradicional y a su hija en una aldea situada a 120 kilómetros al este de Kampala. El portavoz de la policía Fred Enang declaraba al periódico ugandés New Vision: “Visitaron a varias familias (…) diciéndoles que habían descubierto una vacuna contra la enfermedad… Las víctimas del fraude compraban la vacuna a un precio negociado con el vendedor antes de ponérsela”.

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El 19 de noviembre se registró un incidente mucho más siniestro en un almacén de Germiston, en Sudáfrica, según Mlunghisi Wondo, director en funciones de la unidad de cumplimiento normativo de la Autoridad Reguladora de Productos Sanitarios Sudafricana (Sahpra por sus siglas en inglés). Wondo cuenta que la policía siguió un “cargamento sospechoso” desde el aeropuerto O. R. Tambo hasta un edificio situado al este de Johannesburgo. Tras abrir “un montón de cajas”, pidieron ayuda a la Sahpra. “Nuestros agentes llegaron allí y vieron jeringas precargadas, con etiquetas escritas en chino… Las dos personas que se hallaban en el lugar de los hechos, el propietario del almacén y el propietario chino del envío, fueron detenidas”, narra Wondo. “Teníamos indicios claros de que los contenidos de las cajas iban a venderse como verdaderas vacunas contra la covid-19”. Días después, otras dos personas de nacionalidad china fueron detenidas. Actualmente, los cuatro (tres chinos y un zambiano, dueño del almacén) están libres bajo fianza y la policía no ha sabido aclarar cuándo se presentarán cargos contra ellos.

Según la Interpol, las falsas vacunas se habían promocionado en una red social china, WeChat, y habían sido importadas desde Singapur como “inyecciones cosméticas”. Wondo afirma que la policía, en colaboración con la Sahpra, “sigue intentando averiguar si se han distribuido unidades en el país. El riesgo ahora está en que haya personas a las que se les inyecten esas vacunas [falsas]; no sabemos qué hay en ellas, porque todavía están siendo analizadas en el Laboratorio Nacional de Control, en Bloemfontain”.

El 15 de enero, la Agencia Nacional para la Administración y Control de Alimentos y Fármacos (Nafdac por sus siglas en inglés) nigeriana reconoció que son conscientes de que por el país circulan versiones falsas. La directora general de la agencia, Mojisola Adeyeye, explicaba en una rueda de prensa: “La Nafdac ruega a los ciudadanos que estén atentos. La agencia no ha aprobado ninguna vacuna contra la covid. Las dosis falsas… podrían matar”.

Y el 31 de enero, un tal “doctor H. Losho de Lagos”, que también anuncia juguetes eróticos, ropa y zapatos, publicaba el siguiente tuit: “Si te interesan dos dosis de la vacuna contra la covid a 50.000 cada una, contacta con @ad_de_moles. AstraZeneca. Llega en dos semanas. Te damos una tarjeta”.

Estos casos demuestran que África es terreno abonado para la distribución de vacunas falsificadas y robadas. Y con la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2 (el virus causante de la covid-19), como la 501Y.V2, identificada por primera vez en Sudáfrica, las inmunizaciones contra el nuevo coronavirus se convertirán en una mercancía muy codiciada, porque al menos por el momento esas variantes han demostrado ser más infecciosas que la forma original del virus. Algunas podrían también ser capaces de escapar a la inmunidad inducida por las actuales vacunas, lo cual aumenta el miedo ―y la desesperación― por estar protegidos contra dichas variantes mediante otras nuevas ajustadas y específicas para ellas.

Las estadísticas muestran también que el continente es extremadamente vulnerable a los delitos relacionados con las vacunas: Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018 afirmaba que entre 2013 y 2017 casi la mitad de los medicamentos falsificados o de calidad deficiente se habían encontrado en el África subsahariana, donde las normativas son débiles, las fronteras porosas y, a menudo, la distribución de productos farmacéuticos falsificados no se considera delito, a pesar de los daños que causan.

“Hemos encontrado sustancias muy tóxicas en los medicamentos falsificados. Para empezar, no curan, pero además se ven casos de personas que fallecen por el producto que se han tomado”, comenta Cyntia Genolet, directora adjunta de la sección africana en la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA por sus siglas en inglés). La organización representa a las principales empresas farmacéuticas del mundo, entre ellas la mayoría de las que están fabricando las vacunas contra la covid-19.

El informe de la OMS afirma que solo los fármacos falsificados contra la malaria causan hasta 158.000 muertes al año en el África subsahariana y que el mercado mundial de medicamentos falsos o de calidad deficiente podría ascender a casi 170.000 millones de euros, un 10-15% del mercado farmacéutico total.

Sin preparación ante el timo de las falsificaciones

En Sudáfrica, uno de los países africanos más afectados por la pandemia, el Departamento de Sanidad afirma que debe vacunarse al menos al 67% de una población aproximada de 60 millones de personas para alcanzar la inmunidad de rebaño. La campaña de inmunización en el país, que debería haber empezado con la opción de AstraZeneca, se suspendió temporalmente a principios de febrero, después de contar con nuevos datos preliminares sobre la baja eficacia de dicha vacuna en los casos leves o graves de covid-19 causados por la nueva variante 501Y.V2.

El Departamento de Sanidad anunciaba que el país efectuaría, en lugar de dicha campaña masiva, un estudio de aplicación para comparar la eficacia de tres vacunas ―Johnson & Johnson, Pfizer y posiblemente AstraZeneca― contra casos de gravedad de covid-19 causados por la nueva variante. Los casos graves del virus dan lugar a hospitalizaciones y fallecimientos, y por lo tanto la protección contra estos es una función importante de las vacunas durante la pandemia.

Días antes de que comenzara la campaña de vacunación en el país, a mediados de marzo, esta se preveía masiva y llena de retos. “Será a gran escala, y de una importancia y una complejidad insólitas. ¿Habrá delitos relacionados con ella? Probablemente. Pero pienso que tenemos problemas mayores, como ver de qué manera vamos a hacer llegar la vacuna a los brazos de millones de personas”, afirmaba entonces Salim Abdool Karim, epidemiólogo y copresidente del comité científico de asesoramiento ministerial sobre covid-19 en Sudáfrica.

Abdool Karim, que también dirige la organización encargada de investigar el VIH, el Centro para el Programa de Investigación del Sida (Caprisa por sus siglas en inglés), añade: “El sistema que regulará las vacunas parece muy sólido; dicen que la seguridad en torno a las vacunas será fuerte”. Pero nunca tanto como en Europa o Estados Unidos, donde casi todas las entidades involucradas en la distribución de los viales, desde los aeropuertos hasta las empresas de transporte y los fabricantes, han creado equipos de trabajo para garantizar su seguridad.

Las empresas han comprobado los antecedentes de su personal; todas las cajas de vacunas, que se guardan en localizaciones secretas, llevan detectores de ubicación por GPS; algunos viales contienen tecnología de verificación por luz negra (marcadores que son visibles solo utilizando equipos que emiten rayos ultravioleta) para impedir la falsificación y algunas empresas están efectuando envíos falsos para despistar a los delincuentes.

Pero, en su mayor parte, las autoridades africanas, inmersas en las negociaciones para obtener las dosis y prepararse para la pesadilla logística de hacerlas llegar a la población a través de territorios enormes y con rutas de transporte en malas condiciones, inexistentes a veces, no están en absoluto preparadas para proteger estos cargamentos, según numerosas fuentes entrevistadas, que incluyen agentes de policía, de inteligencia criminal, aduanas y fronteras, representantes gubernamentales y criminólogos.

Según el mecanismo de registro de población más reciente de Worldometers, el continente africano tiene casi 1.400 millones de habitantes. En un análisis publicado a finales de noviembre del año pasado, la OMS advertía de que “África dista mucho de estar preparada para la mayor campaña de inmunización asumida en el continente”. El análisis calculaba que, basándose en informes propios aportados por todos los países, África tenía una puntuación media del 33% de preparación para la campaña de vacunación contra la covid-19, muy por debajo del punto de referencia del 80% recomendado por la organización.

La OMS afirmaba que menos de la mitad de África ha establecido cuáles son las “poblaciones prioritarias” para la vacunación y cuáles son los planes para llegar a estas poblaciones, y solo el 44% ha establecido “estructuras de coordinación”. Según el informe, únicamente el 24% tenía “planes de recursos y financiación adecuados”, un discreto 17% tenía listas las herramientas de recopilación y seguimiento de datos, y solo el 12% tenía planes para comunicarse con las comunidades para “establecer la confianza y aumentar la demanda de inmunización”.

Maurice Ogbonnaya, criminólogo y exanalista de seguridad en el Instituto Nacional de Estudios Legislativos y Democráticos de la Asamblea Nacional de Nigeria, con sede en Abuja, afirma que son precisamente esas deficiencias, “vacíos” y desorganización los que podrían permitir a los grupos de delincuencia organizada introducir vacunas falsificadas en las cadenas de suministro y también robar las verdaderas.

¿Por qué está África madura para un mercado negro de vacunas anticovid?

Las mafias acechan la llegada a África de las vacunas contra el coronavirus

Ruona Meyer, inspirada por una hermana adicta a la codeína ―un fármaco que se comercializa ilegalmente en Nigeria―, pasó más de un año infiltrada, disfrazada de compradora, en bandas que trafican con fármacos ilegales en África occidental. Su aportación, recogida en el documental Sweet Codeine, ganador de un Grammy en 2018, dio lugar a varias detenciones y sentencias, incluida la de un ejecutivo de una empresa farmacéutica.

“En África tenemos todos los elementos necesarios para que florezca un mercado negro de vacunas”, asegura Meyer. “La falta de recursos, logística y capacidad técnica hará que las campañas de inmunización masiva se prolonguen increíblemente. Eso da a la delincuencia organizada el tiempo y el espacio necesarios para montar estrategias, adaptarse a las medidas de seguridad e introducir sus productos en las cadenas de suministro. La pobreza y la corrupción oficial, que por desgracia están extendidas en África, les facilitan mucho el trabajo”.

En el informe sobre la investigación llevada a cabo en julio de 2020 sobre el impacto de la pandemia de covid-19 en la infiltración de la delincuencia organizada en la economía legal y en la gobernanza ilegal, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) afirma lo siguiente: “Aunque ningún país es completamente inmune al fraude, aquellos con un nivel elevado de corrupción son los que más riesgo corren de verse afectados”. Meyer añade que “tampoco ayuda el hecho de que en África los sanitarios, muchos de los cuales se encargarán de los suministros de vacunas, estén muy mal pagados… Por supuesto, los delincuentes se aprovecharán de esto”.

John-Patrick Broome, analista de inteligencia criminal de Interpol en África oriental, señala que las mafias están “idealmente situadas”, ya que poseen “redes y metodologías bien desarrolladas” para el contrabando de vacunas falsificadas, de calidad deficiente y robadas. “Los medicamentos ilícitos están entrando en el mercado de África oriental principalmente a través de tres áreas clave: la falta de normativas, una delincuencia basada en la violencia y la corrupción en diferentes niveles”, explica el exagente de fronteras de las islas británicas. “Está visto que las organizaciones de África oriental que tienen la responsabilidad de regular la legislación y las actividades policiales en torno a esta forma de delincuencia carecen de la autonomía y de las competencias necesarias para enfrentarse al comercio ilegal”.

Meyer añade que el aumento de las infecciones y las muertes, y la tercera ola, incluso la cuarta, de covid-19 podría causar un miedo creciente, lo que aumentaría aún más la demanda de vacunas. “En algunas fases, los suministros serán bajos. Este es el vacío que llenarán los delincuentes. Lo hemos visto ya en los equipos de protección personal (EPI) y en la cloroquina, cuando los grupos delictivos introdujeron con bastante facilidad sus falsificaciones en las cadenas de suministro mundiales”.

La demanda de cloroquina, un medicamento empleado para tratar la artritis reumatoide, el lupus eritematoso autoinmune y también la malaria, se disparó después de que un microbiólogo francés afirmase, en marzo de 2020, que era “eficaz” para combatir la covid-19. Y el expresidente estadounidense Donald Trump empezó también a promover una forma de cloroquina, la hidroxicloroquina, como una posible cura, a pesar de que había pocas pruebas de que el fármaco pudiera servir para tratar o prevenir la covid-19.

En los meses siguientes, informa Voice of America, las autoridades de África central y occidental incautaron grandes cantidades de cloroquina falsificada y de mala calidad. Muchas de las pastillas eran de tiza comprimida. La policía de Camerún registró y clausuró varias fábricas de medicamentos que estaban produciendo cloroquina falsa. En la actualidad hay también una elevada demanda internacional de ivermectina, un antiparasitario, que está siendo recomendado por una parte de la comunidad médica para la prevención y el tratamiento de la covid-19, aunque no hay pruebas creíbles que sostengan estas afirmaciones. No obstante, se está incautando ivermectina ilegal en todo el mundo, también en Sudáfrica.

Grupos mafiosos entre Europa y África

En un informe publicado en mayo de 2020 en Journal of Intellectual Property Law & Practice, los abogados Marius Schneider y Nora Ho Tu Nam, que asesoran sobre cuestiones de propiedad intelectual a algunas de las empresas farmacéuticas más importantes del mundo, advertían de la posbilidad de que se estuvieran distribuyendo vacunas falsas contra la covid-19 en el continente.

“¿Qué por qué vamos a tener un problema con las vacunas? Bueno, es muy fácil: porque la demanda será elevada; el acceso, limitado. Y todo el mundo querrá su dosis. Y en ese tipo de situación, esta vacuna es oro líquido, como la han llamado algunos, para estas agrupaciones de delincuentes. Aprovecharán la situación robándolas o falsificándolas”, sostiene Schneider, expresidente de la comisión antifalsificaciones de la Asociación de Marcas de las Comunidades Europeas (ECTA, por sus siglas en inglés).

El abogado, de procedencia belga, fundó el despacho de abogados IPVocate Africa en Mauricio en 2012 para centrarse en las áreas de protección, gestión y aplicación de los derechos de propiedad intelectual, “gravemente descuidadas” en África. En ocasiones, el bufete de Schneider coordina con los organismos policiales los registros para localizar falsificaciones y representa a multinacionales farmacéuticas en causas judiciales.

“Hemos visto ejemplos de organizaciones no gubernamentales (ONG) implicadas en la distribución de estas vacunas [falsificadas]. Estas ONG tenían la misión de distribuir vacunas de verdad a la población. Los empleados sobre el terreno en países africanos estaban implicados en el tráfico de vacunas”, dice.

El Instituto IQVIA para la Ciencia de los Datos Humanos calcula que el gasto mundial en productos farmacéuticos en 2019 ascendió a un billón de euros. El instituto prevé que el mercado farmacéutico mundial superará los 1,25 billones de euros en 2023. Donde hay mucho dinero, hay mucha delincuencia, afirma Ho Tu Nam.

En septiembre de 2015, un tribunal británico condenó a dos exasesores de Naciones Unidas (ONU) a penas de cárcel por amañar un contrato de fármacos de emergencia entre una empresa farmacéutica danesa y autoridades gubernamentales de la República Democrática del Congo. Guido Bakker y Sijbrandus Scheffer aceptaron un soborno de 650.000 libras esterlinas (unos 750.000 euros) para garantizar una licitación de 66 millones de libras, casi 77 millones de euros.

“A los grupos de delincuencia organizada siempre les han interesado los productos farmacéuticos por los elevados márgenes de beneficio y los bajos riesgos que comportan”, afirma Mark Micallef, director del observatorio que la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional tiene en el norte de África y el Sahel. “Se mueven allí donde obtengan los beneficios más elevados en cualquier momento dado y por consiguiente está bastante claro que se involucrarán de todas las formas posibles en el suministro de vacunas”.

Schneider ha dedicado buena parte de su vida profesional a la delincuencia organizada. En la década de 2000 participó en la famosa investigación Gomorra que sacó a la luz la venta de herramientas eléctricas falsificadas en Europa, y que provocó la caída de varias figuras de la Camorra napolitana. “La Camorra había establecido la producción de las herramientas en China”, recuerda Schneider.

Naciones Unidas calculaba en un informe de 2019 que el 75% de los medicamentos falsificados y de calidad deficiente que se venden en el mundo provienen de China, el mayor socio comercial de África, y de India, con la que el continente mantiene también relaciones estrechas. El mayor productor de vacunas del mundo, el Serum Institute de India, ya está fabricando vacunas contra la covid para la farmacéutica AstraZeneca y China tiene al menos tres vacunas candidatas, dos de las cuales se están distribuyendo ya.

La ONUDD señala que la Mafia italiana, y en concreto la siciliana, lleva décadas traficando con productos farmacéuticos falsificados, de calidad deficiente y robados, procedentes en su mayoría de Asia. Un investigador policial de Reino Unido, que pidió que se mantuviera su anonimato porque no está autorizado a informar a los medios de comunicación, comentó a principios de diciembre: “La Mafia está moviendo vacunas ilegales por toda Europa”. También confirmó que se habían establecido lazos entre estos grupos mafiosos y “bandas criminales de Nigeria, Marruecos, Egipto y Costa de Marfil”. La Camorra, por ejemplo, también ha entrado en Sudáfrica. En 2014, cinco italianos fueron detenidos en Port Elizabeth y acusados de haber intentado vender herramientas eléctricas falsificadas por valor de varios millones de rands, informa IOL.

Las rutas del tramadol

Fuentes de los organismos internacionales contra el crimen consideran que los fuertes lazos comerciales comerciales de África con China e India van a permitir a los delincuentes introducir cargamentos de vacunas falsificadas en las cadenas de suministro. El millón de vacunas de AstraZeneca entregado a Sudáfrica el 1 de febrero llegó de India, fabricado por el Serum Institute. El domingo siguiente, el Departamento de Sanidad anunciaba también que Sudáfrica había iniciado conversaciones con una empresa china, Sinopharm, para comprar vacunas anticovid.

Bhekisisa (organización para el periodismo sobre temas sanitarios con sede en Sudáfrica) ha hablado con un extraficante de fármacos ilegales en África occidental, que ahora colabora con las investigaciones de las autoridades en esa zona. Asegura que las mafias están “simplemente esperando el caos, la desesperación y la falta de organización” en las campañas de vacunación para distribuir dosis falsificadas o robar las genuinas. “Tienen sus redes activadas. Emplearán las mismas redes, los mismos funcionarios corruptos que están utilizando (para otros productos ilegales). Tienen las impresoras y los envases que necesitan”.

Meyer sostiene que “ha habido casos en los que los empleados de las farmacéuticas venden envases de medicamentos genuinos a los grupos criminales”.

El extraficante habla de una “ruta bien establecida para el tramadol [un analgésico] ilegal” entre Nigeria e India “que está esperando activarse con las vacunas (falsas)”. Afirma que existen vínculos entre “empresas tapadera en Nigeria y sus socias en India, que intentarán sustituir el tramadol por vacunas contra la covid, porque pueden ganar mucho más dinero. Hablamos de un aumento de beneficios del 1.000% con la vacuna”. Y asegura con sorna: “Estoy seguro de que en más de un caso la policía y el Ejército van a proteger las vacunas malas [falsificadas o robadas]”.

Micallef recopila la información sobre el tráfico de medicamentos falsificados en el norte de África a través de una red de 160 monitores de campo establecida en Argelia, Chad, Libia, Marruecos, Níger, Sudán y Túnez. “Vacunas falsificadas... Creo que existe un gran peligro de que se comercialicen”, señala el analista. “En el propio Magreb, en territorios tan faltos de reglamentación como Libia, desde luego. Pero también en Túnez y en algunas zonas fronterizas de Egipto; algo menos en Argelia, quizá, pero sobre todo en el norte del Sahel”.

Micallef afirma que las mafias que trafican con vacunas falsificadas aprovechan los vacíos en los servicios sanitarios, algo que será especialmente aplicable a las vacunas contra la covid-19, lo cual va a dificultar mucho el control de los delitos. “Esta forma de tráfico… Está aprovechando una necesidad real del sector sanitario. Y el miedo es que, en el caso de las vacunas, pudiera desplegarse un escenario similar allí donde hay escasez, en especial en las zonas fronterizas (del Sahel), que son presa de negocios delictivos que intentan llenar ese vacío”.

En África occidental, la campaña de inmunización va a producirse en un momento en el que los gobiernos regionales, en especial el de Nigeria, han estado persiguiendo el tráfico de tramadol. Entre el 1 y el 19 de junio del año pasado, la Agencia de Aplicación de la Ley Antidroga y la Agencia Nacional para la Administración y el Control de Alimentos y Fármacos de Nigeria incautaron contenedores de ese fármaco ilegalmente importados por valor de más de 300 millones de nairas (unos 660.000 euros), según Enact, una organización que trabaja para combatir el crimen organizado en África.

Según el extraficante, estas medidas enérgicas están proporcionando a los grupos criminales de la región un incentivo adicional para pasarse al tráfico de vacunas anticovid-19 falsificadas.

Un alto cargo policial de Nigeria, que ha pedido permanecer en el anonimato, afirma que delincuentes indios han estado “cambiando las marcas y los nombres” del tramadol para importarlo al país “como algo inocuo… Y preocupa que hagan algo similar con las vacunas anticovid”.

Ogbonnaya afirma que pueden establecerse muchos paralelos entre el tráfico del tramadol en África occidental y el “probable” comercio ilícito de vacunas contra el coronavirus falsificadas y robadas. “Todo se reduce a una normativa deficiente por parte de los organismos reguladores del Estado; se reduce a la corrupción de aquellos a quienes se les encarga la responsabilidad de garantizar que se apliquen las normativas. Y se reduce también a una ausencia total de un marco regulador a escala continental”.

Facilitando el trabajo de los delincuentes

La IFPMA apoya la “armonización reguladora” en África, en especial a través de la Agencia de Medicamentos de África (AMA). Según un comunicado de prensa emitido por la Unión Africana en febrero del año pasado, la AMA es “una agencia especializada propuesta por la Unión Africana para facilitar la armonización de la regulación médica en todos sus países miembros”. El tratado sobre su creación fue aprobado por unanimidad por la Unión Africana en 2019, pero por el momento solo lo ha ratificado una minoría de países.

“Hay muchos elementos que aumentarán la vulnerabilidad de África cuando se estén distribuyendo las vacunas”, afirma Genolet. “El débil sistema regulatorio es también algo que la OMS ha detectado”, aunque en esto el continente no está solo. Según un informe de dicha organización, en todo el mundo, solo tres de cada 10 países tienen organismos reguladores de medicamentos que funcionan “de acuerdo con criterios de calidad aceptables”. “Muchos países africanos carecen por completo de sistemas [de agencias funcionales reguladoras de los medicamentos] como la Sahpra sudafricana. Eso es muy importante para garantizar que un medicamento que entra en un país sea seguro y también que se controla lo que ocurre después, una vez que el medicamento ha entrado en el país”.

La OMS afirma que en el continente africano hay 54 autoridades reguladoras de productos médicos (ARPM), pero “tienen diversos grados de capacidad”. Formalmente, solo ha evaluado una ARPM del África subsahariana, la de Tanzania. En 2018 la organización otorgó al país de África oriental un nivel de madurez 3, el segundo más elevado en la escala de la OMS.

Andy Gray, profesor de Farmacología en la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de KwaZulu-Natal, señala que los informes anteriores de la OMS no han establecido qué ARPM africanas “eran aceptables y cuáles no, para no herir sensibilidades políticas, y la evaluación no se ha actualizado. Ciertamente, las más maduras son la sudafricana, la zimbabuense, la keniana, la tanzana, la ghanesa y la nigeriana”.

Gray, que forma también parte del Centro Colaborador de la OMS sobre Política Farmacéutica y Práctica Basada en las Pruebas, añade: “Hay algo de capacidad en Uganda, Botsuana, Namibia y Zambia. No estoy tan seguro de los países francófonos, pero sería de esperar cierta capacidad en Senegal y Marruecos, y quizá Camerún, pero los lazos con Francia son más estrechos, al igual que la dependencia de los productos aprobados en ese país”. Gray considera que “no parece muy descaminado” afirmar que solo el 10% de los reguladores de medicamentos africanos tiene una “capacidad moderadamente desarrollada”, y que el 90% tiene “poca o ninguna capacidad”.

Este vacío en la regulación de medicamentos, asegura la OMS, deja la mayor parte del continente expuesta a productos médicos inseguros y “facilita la proliferación de productos médicos de calidad deficiente, adulterados, mal etiquetados y falsificados”. Genolet afirma que la ausencia de regulación hace que las cadenas de suministros médicos en África sean “muy porosas”. Esto significa que hay un control limitado de la cadena de suministro. Cuando hay muchos intermediarios implicados, y fronteras que no siempre tienen controles, es fácil mover medicamentos falsificados de un país a otro. “Hasta Sudáfrica, que posee uno de los mejores sistemas reguladores [de medicamentos] del continente, tiene miles de kilómetros de fronteras no controlados”.

Pero Mlungisi Wondo, de la Sahpra, recalca: “Nuestros procedimientos bloquearán las vacunas de mala calidad o falsificadas en los puntos de entrada. Tenemos unos controles muy estrictos”. Explica que los viales podrían entrar en el país por cuatro puntos, dependiendo de su procedencia: Durban, Ciudad del Cabo, Port Elizabeth (todas por mar y aire) y Johannesburgo (aire). “Los medicamentos no pueden entrar en el país [legalmente] sin pasar por uno de esos puntos. Y en ellos tenemos agentes de aduanas y de sanidad portuaria que están formados para evaluar los medicamentos que entran”, señala Wondo.

Sin embargo, esta evaluación se refiere meramente a la apariencia concreta del envío, en lo referente a etiquetado, números de registro pertinentes y documentación adjunta. “Si el certificado de registro del producto está en orden, se entrega a la empresa farmacéutica que lo trasladará finalmente al mercado. Los que no cumplen los requisitos de registro son remitidos por las autoridades a la Sahpra para continuar la investigación”, dice Wondo, que reconoce que en ocasiones se “cuelan” por los controles productos farmacéuticos de mala calidad.

“Puede tratarse de contrabando, en el que se presenta una declaración falsa de que contiene, por ejemplo, ropa, y quizá en medio del contenedor incluyen esas cajas de medicamentos. Entonces esos pueden pasar, por la declaración falsa. Pero con la ayuda de los inspectores de la agencia del medicamento y de los servicios policiales de Sudáfrica, al final encontramos las falsificaciones dentro del país”.

El verdadero reto de Sudáfrica va a estar en el robo de vacunas

Gray explica que Sudáfrica tiene fama de poseer una cadena de suministro de medicamentos segura. Pero añade que, debido a que la Sahpra no efectúa un muestreo proactivo del mercado, y que depende de las buenas prácticas de fabricación de las empresas farmacéuticas y de la “vigilancia” de sus unidades forenses, podría estar pasando por alto algunos “problemas”.

“Si nuestros medicamentos van a países vecinos, no sabemos si alguien está introduciendo versiones falsificadas en esos países; no lo sabemos. ¿Están llegando a nuestros mostradores medicamentos distintos de los que esperamos encontrar? No hemos detectado ninguno, pero no es imposible que esté sucediendo”, afirma Gray.

Se espera que muchas de las vacunas para Sudáfrica las fabrique el Serum Institute de India, contratado por la iniciativa COVAX para fabricar vacunas para países en desarrollo. “El Serum Institute ha sido aprobado por la OMS para fabricar las vacunas, de modo que sabemos que fabricará productos de buena calidad”, señala Wondo.

El instituto está reconocido en todo el mundo como una entidad de producción farmacéutica segura. Pero, como señala Ho Tu Nam, “en todo el mundo se han falsificado medicamentos de todos los fabricantes; nadie es inmune”.

Wondo responde: “Se comprobará cada lote de vacunas que llegue a Sudáfrica. Lo haremos nosotros o países aliados de confianza. Las vacunas [falsificadas] no entrarán en nuestros sistemas. Mantendremos la seguridad de nuestra población”.

Aunque Gray opina que Sudáfrica es “vulnerable en algunos aspectos” a las vacunas falsificadas y que “eludir a los actores normales” en la cadena de suministro representa “una oportunidad muy buena de introducir un producto falsificado en el mercado”, está convencido, igual que Abdool Karim, de que el país tendrá “problemas mucho más graves” a los que enfrentarse, como el transporte y la distribución de dosis. Sin embargo, cree que Sudáfrica corre el riesgo de padecer robos de vacunas.

“Pienso que somos mucho más vulnerables de lo que creemos”, señala Gray. “Ciertamente hemos sufrido robos en los depósitos provinciales y se producen muchos robos en los hospitales. De hecho, hemos tenido problemas con el robo a demanda, en el que la gente llama a un miembro del personal y le despachan una caja de medicinas”.

Los posibles problemas de seguridad para los viales

En Sudáfrica, como en otros muchos países del continente, las inoculaciones tienen lugar en hospitales y clínicas públicos y privados, así como en farmacias, unidades móviles y lugares de trabajo. Podría haber también espacios más amplios que permitieran vacunar a un número mayor de personas en menos tiempo. Gray opina que estos lugares de administración de las vacunas son los puntos más vulnerables de la cadena de distribución, porque están sometidos a menor vigilancia que los cargamentos.

Meyer señala que esto será así en todo el continente. “Confío en que la Unión Africana introducirá vacunas verdaderas y verificadas en África. Después de los problemas iniciales con los EPI falsos, ha hecho un gran trabajo a la hora de suministrar estos materiales. El problema que vamos a tener en África van a ser los distribuidores; en este caso, los ministerios de sanidad, los pequeños centros de atención primaria que reciben el material del ministerio de sanidad y más abajo en la línea de distribución”.

“Ahí es donde vamos a tener problemas con la seguridad del almacenamiento; en la mayor parte de África no hay instalaciones de almacenamiento superseguras. Ahí es donde podríamos tener gente que robe las vacunas, o que pudiera adulterar el contenido de los viales. De la misma forma que alguien podría llevar kilos de cocaína pura y mezclarla con todo tipo de cosas para obtener mayor beneficio”.

Broome, de Interpol, afirma que, en África oriental, la pandemia ha provocado un aumento de los ataques de los delincuentes a los profesionales médicos “debido a la percepción de que estos tienen acceso a medicamentos con gran demanda en la región. Han atracado a médicos a punta de pistola en la creencia de que tienen este acceso. Los grupos del crimen organizado han intentado aprovecharse también de los profesionales médicos corruptos”.

Abdool Karim está seguro de que se producirán “algunos” robos en relación con la campaña de vacunación en Sudáfrica. Pero añade: “No veo realmente cómo van a robar vacunas y venderlas en el mercado negro. Si lo hacen, será a un nicho de población muy pequeño, de ricos que quieran saltarse la fila. Porque todo el mundo va a recibir la vacuna; el Gobierno se la dará gratis a todos”.

Aumentar la oferta para frenar la delincuencia

Pero gratis o no, remacha Meyer, si las vacunas escasean y las infecciones y los fallecimientos continúan, la demanda se “disparará” y “se abrirá la puerta” al robo y a la inserción de vacunas falsificadas y de calidad deficiente en la cadena de suministro.

“Para frenar la delincuencia relacionada con los narcóticos, cortas la oferta. Pero en el caso de las vacunas habrá que hacer lo contrario: para eliminar la delincuencia relacionada con ellas, tendremos que aumentar la oferta. Cuantas más inmunizaciones legítimas haya en el mercado, menos margen tendrán los delincuentes, ya que habrá menos demanda para sus productos falsos o robados”.

Gray coincide, y hace referencia al comienzo de la pandemia, cuando se animaba a los sudafricanos a vacunarse de la gripe. Sin embargo, el Estado había comprado la mayor parte de las dosis para administrárselas a trabajadores de “alto riesgo” empleados en el sector público. “El sector privado tenía problemas para hacerse con existencias. Muchos pacientes telefoneaban a las farmacias; se decía que algunas de las cadenas tendían a tener acceso preferente y que las farmacias independientes no lograban acceder a ellas. Todo el mundo intentaba comprar en alguna parte”.

No es difícil imaginar que este escenario pudiera repetirse en alguna fase de la campaña de vacunación, remacha. “Es un caldo de cultivo perfecto para que un delincuente dé un paso al frente y diga “yo tengo existencias que se han caído del remolque de un camión, y puedo darte alguna”.

Esta es la segunda parte de una serie de tres reportajes dedicada a investigar la delincuencia organizada relacionada con la covid. La serie cuenta con el apoyo de una beca de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC). Puede leer el primer artículo aquí.

Artículo publicado en inglés originalmente en Bhekisisa, publicación sudafricana especializada en salud. Se puede consultar la newsletter Bhekisisa Centre for Health Journalism aquí.

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