El cine cubano está lleno de personajes que conviven con su masculinidad hegemónica sin que esta represente un problema dentro de la trama. No obstante, esta tendencia es puesta en crisis en ocasiones, y algunos de los ejemplos más cimeros se encuentran en tres personajes interpretados por el actor Mario Balmaseda, Premio Nacional de Cine 2021.

Como una marca a fuego quedaron el Mario que presenta Sara Gómez en De cierta manera (1974), Manolo en La inútil muerte de mi socio Manolo (Julio García Espinosa, 1989) y Otto en La obra del siglo (Carlos Quintela, 2015).

No puede decirse que estos tres personajes interpretados por Balmaseda sean exactamente el mismo. Cada uno enfrenta más o menos efectivamente su masculinidad y su deber ser en el espacio público y revolucionario.

Sin embargo, es tentador trazar una línea entre el hombre joven de De cierta…, el amigo de Mi socio… y el páter familias de La obra…, pues sus caminos vitales en la ficción resultan trágicos. Y no solo por la mirada tradicionalista y gerontofóbica que se tiene sobre la vida, sino por la soledad sentimental que envuelve a estos personajes.

“Tengo un miedo del carajo”

La masculinidad heteronormativa ha sido construida sobre la base de la virilidad, lo que supone el destierro de la palabra “miedo”; pero no como la ausencia de este en reflejos físicos, sino a la negación del mismo como un sentimiento.

A los hombres “cis” (identidad de género coincide con su sexo biológico) no se les ha permitido sentir por mucho tiempo, y han basado toda su cultura en el odio a esta acción precisamente, al sentir. Es por esto que el filme de Sara Gómez cala muy hondo, como ningún otro desde el inicio del proceso revolucionario, en la significación de lo masculino en el espacio público y privado.

A través de esta deconstrucción cinematográfica se planteó una deconstrucción hegemónica. Ese “miedo” que siente el Balmaseda personaje, no es solo a no estar a la altura de un proceso social que demanda actitudes precisas de él, sino a que esto pueda llevarlo al propio desmontaje de su masculinidad.

La Revolución en este filme viene a encarar el rol femenino de poner el orden, la que llama al buen vivir y, dentro de ella, muchos hombres se ven puestos en encrucijadas morales y conductuales, en aras de sumarse a un ideal en el que creían.

Para asegurar este cambio, como todo proceso social, el cubano del ’59 también se aseguró de crear estructuras institucionales para la formación de una nueva masculinidad. Así creó el Servicio Militar Activo obligatorio, del cual el filme nos remite a su creación. También, para regular la relación de los hombres con el espacio público, se creó la Ley 1231 de marzo de 1971, más conocida como “Ley contra la vagancia”.

Los no tan inútiles miedos de Mario Balmaseda - IPS Cuba

Ambos sucesos son importantes en la vida del personaje interpretado por Balmaseda, pues junto al barrio de procedencia, crearon un Mario diferente, que busca interpelar más que a los propios sujetos del contexto donde se desarrolla el filme, a aquellos que estamos fuera. Para ello el intérprete basó su actuación en la corporalidad y en gestos clásicos de la masculinidad, como las miradas esquivas en cada situación dramática que requería cierta intimidad.

“Yo soy un hombre a toda”

En el filme La inútil muerte…, el Manolo de Balmaseda se reconcilia con el Mario de De cierta… La forma de hablar y de gesticular reconocida como marginal puede ser parte del proceso revolucionario. La gesticulación es parte de la masculinidad cubana. Esta no se utiliza para aumentar la percepción de la extroversión nacional sino para intimidar al oponente.

Vuelve aquí la gestualidad que Balmaseda incorpora a sus personajes y que no solo representa su experiencia teatral, sino una forma muy precisa de concebir a estos hombres cubanos.

Asimismo, rituales sociales como beber y brindar cruzan los tres filmes. En el acto de brindar como festejo, se observa cómo la Revolución es parte indisoluble de la vida privada y amistosa de los individuos.

Tanto Mario como Manolo son hombres mulatos de origen humilde, y en ambas escenas de brindis, alzan copas con sus iguales o con hombres blancos como iguales. En De cierta…, Balmaseda y el amigo interpretado por Bobby Carcasés brindan por “el proceso”. En La inútil… brinda con Cheo (Pedro Rentería) por la amistad. En La obra…, Otto brinda con su nieto Leo (Leonardo Gazón) por “la ciudad fantasma”. En cada caso, el personaje de Balmaseda resume en su brindis la forma de dialogar de cada filme con su realidad.

Estas escenas funcionan también como catalizador para que el personaje masculino pueda expresar sus sentimientos. Otra creencia popular machista es que cuando los hombres se emborrachan pueden sacar lo mejor o lo peor de sí, siempre vinculado a los sentimientos. Cuando la realidad es que el alcohol solo es un desinhibidor químico, que únicamente acelera comportamientos o ideas en las mentes humanas.

Específicamente en el filme dirigido por Julio García Espinosa, Balmaseda desplaza su corporalidad entre la de un bailarín y un boxeador en el ring. Ambas formas de mover el cuerpo parecerían extremas; pero son similares, en tanto muestran la disciplina a la que se somete el sistema patriarcal, incluso uno que lleva un proceso transformador como el cubano.

En este filme, el miedo vuelve a aparecer como factor imperdonable. En la escena del monólogo donde Manolo confiesa la infidelidad de su esposa, tal pareciera que el proyecto individual del Hombre Nuevo fracasa.

En tanto, en los tres filmes dicho sujeto siempre termina solo sentimentalmente. A este tipo de hombre que ostenta la masculinidad hegemónica, ya sea consciente o no, en cada trama fílmica lo terminan abandonando. Otro refuerzo dramático de lo público versus lo privado. Su rol social para con el proceso revolucionario queda salvado; pero su rol individual, sobre todo el de pareja, queda pobremente llenado o no existe.

Constituye este tipo de rol lo que hoy se conoce como “masculinidad tóxica”. El término, popularizado entre las décadas ’80 y ’90 como una forma de análisis psicológico, se enfoca principalmente en los daños que produce la supresión de emociones a la salud física y mental.

No hay cita, solo silencio

Con La obra…, Balmaseda carga en sus hombros los espíritus de estos personajes pasados, almas masculinas que Carlos Quintela invocó en su trabajo con él, a la vez que homenajeaba al propio actor y a los directores con los que colaboró. Extrajo del mismo una masculinidad hegemónica, pero expresada de forma diferente a sus anteriores trabajos.

Aun así, la construcción de Otto se basa en el poder físico. Es el único tipo de poder que puede ostentar, porque el moral no lo tiene. A través de la casa, como espacio privado, los personajes de La inútil muerte… y de La obra…intentan exhibir un poder simbólico. La relación del padre Otto con su mascota, el pez Benjamín, remite a una situación particular del contexto donde transcurre el relato fílmico. La Central Electronuclear de Juraguá no tiene agua, pero esta relación deviene simbología de la relación patriarcal con la naturaleza. Por definición, los hombres que se adscriben a la masculinidad hegemónica no saben amar si no es desde la posesión.

El ciclo del miedo llega a su fin en este filme. Quintela utiliza confesamente planos de la cinta de Sara Gómez, quizás a modo de racconto, para jugar con la posibilidad de que Mario y Otto son el mismo hombre. Pero la sensación de miedo del último deja más preguntas.

¿Qué es el miedo? ¿A quién se le tiene miedo? ¿A qué? El rostro seco de un Balmaseda que mira a cámara y concentra toda la fuerza de su actuación en la mirada, deja esas preguntas para que cada cual las responda según sus niveles deconstructivos.

En los tres filmes, la estructura de montaje se divide entre lo público y lo privado, entre el proyecto social y las individualidades. Afuera están las marchas, las fiestas, los noticieros, elementos todos que conforman el corpus grupal de la nación patriarcal y que son mostrados a través de imágenes documentales.

Adentro está Balmaseda y sus personajes “de ficción”, intentando ver qué papel juegan en esa colectividad masculinizada y cómo logra conformar su propio concepto de Hombre Nuevo. (2021)

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