La música de Vittore Montesco es una especie de obra de culto que pocos conocen. Esa creación que se encuentra en la esquina más apartada de una vieja biblioteca, lejos de todo. Que al tenerla entre las manos y profundizar en ella te preguntas por qué. Por qué algo de ese nivel no es más popular. Pero esa exclusividad lo hace más exquisito. Para paladares finos.

Una música que te evoca al clasicismo europeo. También a la banlieu francesa. O a Scampia, Nápoles. De ir a lomos de una T-Max entre edificios brutalistas del sur de Italia a pasear de noche, flanqueado entre cariátides. De la filosofía de un gimnasio de boxeo en un barrio marginal a la agogé espartana. De L' Haine a la Gran Belleza. Una música que te hace estar en chándal Lacoste y TN en plena ágora.

Pero Vittore se va. Deja la música. En una conversación con ElPlural.com explica por qué. Y quién es.

Pregunta: Dejas la música con tu próximo álbum, Leteo.

Respuesta: Lo dejo por orden. Piensa que tengo 35 años, soy doctor en psicología y tengo otras responsabilidades como seguir escribiendo en revistas científicas, estoy haciendo un manual, soy profesor... y me cuesta mantener ese balance. Yo el chándal me lo pongo los domingos para ir a comprar el pan. Entre semana vivo en náuticos y soy el doctor...

P: Es que vaya contraste. Rapero y doctor.

R: Se lo digo a mis colegas. A mí ahora no me apetece meterme en la calle a rodar un vídeo, por ejemplo. Y para hacer las cosas bien, tienes que estar al 100%.

P: ¿Nunca viste al rap como un modo de vida?

R: Jamás. Voy sacando cosas porque a la gente le gusta. Estoy fuera. Pero mi obra queda ahí a nivel simbólico. Como culto.

P: Es raro eso en un rapero.

R: No todos los que hemos hecho esto tenemos que vivir de ello. Tengo un escenario que es mi vida profesional y ahí es donde puedo seguir compartiendo mis ideas. Donde difundo mi mensaje sin la teatralidad de la música.

P: Supongo que alguien habrá reconocido a Vittore Montesco en ese profesor con náuticos.

R: Me muevo en un mundo muy formal. Muy diferente a lo que es el musical. Pero sí que he tenido anécdotas como la de algún alumno que me ha reconocido. Pero intento mantener cierto hermetismo.

P: ¿Siempre te atrajo la psicología?

R: Siempre supe que era lo que quería estudiar. Prefiero observar antes que hablar. Soy de los callaos.

P: Tienes pinta.

R: Soy muy observador y si no me preguntan mi opinión me la reservo. Yo soy de los que se saben la respuesta y no levantan la mano. Nunca me verás en un fregao en Twitter, por ejemplo. Me gusta tener un perfil bajo. Es otra de las razones por las que supe que nunca me dedicaría a la música.

P: Me he llevado una sorpresa al ver que no eres de Madrid sino de Zamora.

R: Todo el mundo lo piensa.

P: Te pega por tu música, estilo y estética. Pero también podrías ser de la banlieu parisina, por ejemplo.

R: Todos los que formamos RSN somos de allí excepto el productor, que es de Ávila. Somos de un sitio pequeño, con todo lo bueno y con todo lo malo que eso puede representar. Vengo del mundo del grafitti y los que hemos estado allí, tenemos ciertos códigos similares. Aunque en aquella época era complicado acceder a la información, yo siempre he sido muy curioso. Veía vídeos de graffiteros y vestían muy bravos. Y lo visual, con esa edad, te marca profundamente. Todo muy diferente a lo que podías ver en jams en Castilla y León, donde usaban ropa ancha y no me sentía muy identificados con ellos. Y pronto conecté con el rap francés.

P: Algo que se nota mucho en toda tu obra.

R: Exacto. Soy rubio de ojos azules y cuando veía aquellos raperos, de raza negra, podría parecer algo ridículo llevar esas pintas. Pero con 15 años, comenzabas a bajarte cosas del Emule, alguno tenía televisión por cable y comenzabas a entender los códigos. Veías que vestían Tommy o Sergio Tachini. Después en 2002 me junté con Martín, que venía del break, y empezamos con RSN.

P: Racaille Strada Nadir.

Vittore Montesco: el adiós del príncipe del underground

R: Racaille es un constructo sociológico que hace referencia a los habitantes de la periferia, Strada es calle en italiano y Nadir es punto bajo, lo contrario al cénit, en árabe.

P: En este grupo aglutináis un crisol de culturas.

R: Tengo tíos marroquíes y mi padre vivió allí de pequeño, por ejemplo. Y desde siempre he tenido ciertas referencias culturales. En mi casa había una Biblia y un Corán. Como factor de protección, siempre he tenido una gran base cultural en casa. Y eso es lo que me ha permitido conectar con el hambre y la curiosidad de leer, estudiar y en definitiva, aprender.

P: Con esto me pasa como con Madrid. También pensé que tenías raíces eslavas.

R: Estéticamente, podría serlo. Mucha gente lo ha pensado. Tuve una profesora que me decía que era muy exótico pero que al enterarte de que en realidad era de Zamora se perdía la magia.

P: Tienes una frase en Srebrenica que reza: “La educación como control social”. Desde tu faceta de profesor me gustaría preguntarte por esta definición. Sobre la importancia y el uso de la educación para un desarrollo positivo de la sociedad pero también como su uso con intenciones negativas.

R: La educación, tanto informal como formal, es una manera de controlar a la sociedad. La información, los valores... Eso es lo que vertebra el funcionamiento social. En este caso, si contemplas como ha ido evolucionando la sociedad en los últimos diez años, te das cuenta de las carencias que existen tanto a nivel educativo, de valores y la gran influencia del mass media. Y observas que hay una evolución negativa. En temas de relaciones sentimentales, identidad social, intoxicación o gratificación inmediata. Vivimos en un sistema en el que prima el capitalismo y donde se busca moldear al consumidor.

P: Es la ironía de que cuando más capacidad tienes para comunicarte o para acceder a la información, al mismo tiempo existe una gran facilidad para ser manipulado e intoxicado desde los medios.

R: Hay que trabajar el espíritu crítico. Es lo único que te puede salvar. Yo leo cosas con las que no estoy de acuerdo para ejercitar ese músculo. La gente accede solo a la información que es afín a sus ideas y no trabaja el espíritu crítico.

P: Es interesante cómo en tu obra se entremezcla un lenguaje culto y elevado con el idioma de la calle, más vulgar.

R: Me gusta mantener un equilibrio. En la música hay gente muy cruda y otra muy pastel. Intento huir del llamado rap poético pero al mismo tiempo trato de mezclar conceptos de slang con elementos culturales que siempre he tenido en mí.

P: Todo dentro de esa eterna búsqueda de la belleza por parte del artista.

R: La belleza no deja de ser una contraposición. Soy una persona muy estética, con cierto punto narcisista pero también la belleza que encadena. Cuando hablo de ella, intento darle un valor subjetivo e ir más allá de lo puramente estético. De la trascendencia y la búsqueda de la areté.

P: ¿La are qué?

R: La areté. Es un concepto aristotélico que habla del equilibrio. De la excelencia en todos los sentidos. Cuerpo, mente y espíritu. Intento dar ese punto de trascender a la belleza estética para alcanzarla en todos los aspectos. Juego con esa contraposición. Ese es mi valor diferencial.

P: Hablando de la belleza es necesaria la reflexión sobre el amor. Y destaco una de tus frases en Amour: “Envié a los ángeles a la guerra por ti, congele el tiempo e incendie París y Roma. Probé el veneno y tiré el antídoto, salí a la muchedumbre para morir a solas”.

R: El amor es la energía que lo mueve todo. Y su antítesis también. De ahí mi disco Amour. La luz que se contrapone a la oscuridad. En la portada se ve. Un hombre, con esposas con su hijo en brazos. Porque el amor te saca de esa vida. No me refiero al amor romántico. Sino a la energía. Eso que te da cauces para hacer cambios.

P: Roma y Grecia están muy presente en tu obra. Renaces los clásicos. En Cisne Negro dices: “Llevan Nikes en sus pies pero nunca conocieron la victoria, Samotracia. Eterno como cariátides en Grecia como la injusticia en la barriada”.

R: Estos conocimientos me los da el leer. Virgilio, Ovidio, Cicerón... Al final, todos los autores acaban eludiendo a la cultura clásica. En psicología tiro mucho de antropología para explicar las cosas. De metáforas y de arquetipos. Es lo que hace la mitología. Coger algo humano, crudo, banal y convertirlo en algo poético y literario. Cuando elevas ideas mundanas y las das un componente artístico, consigues llegar al hipotálamo. Y todo el mundo se siente identificado. Yo no soy un quinqui y me escuchan los quinquis. Puedo ir al sitio más chungo que haya y me van a respetar. Porque lo entienden. Pero también alguien de La Moraleja. Porque mi jerga es emocional.

P: “Cada vez más al margen de todo, cada vez más fuerte, más listo y más solo”. Es otra frase tuya en Amour que me ha interesado mucho. Por una parte puedo sentirme identificado con ella y además me provoca cierto pesar.

R: Siempre he tenido pareja pero nunca he dejado de tener cierta sensación de soledad. Soy alguien cerrado y poco sociable. Voy por libre. Eso se ve en la música. Los años me han ido reforzando eso. Cuanto más pasa el tiempo más tengo clara la idea de trabajar en lo mío, progresar y estar al margen. No siento la necesidad del contacto social. Tengo mucha empatía cognitiva pero muy poca emocional y eso me ayuda a no ponerme nervioso en ciertas circunstancias.

P: Habrías sido un buen criminal

R: (Ríe)

P: ¿Nunca te dieron ganas de estar al otro lado?

R: No, porque tengo una moral bastante bien posicionada. Soy muy moralista. Intento dar siempre el mensaje de hacer lo correcto. Incluso cuando lo fácil es no hacerlo.

P: Volviendo a la belleza y a la mezcla de mundos rescato esta frase de Orio Bianco: “Escuchando Lacrimosa como Salvatore Conte”

R: La belleza al final está en todas las cosas. Me llama la belleza de las cosas cotidianas. Donde la gente no ve nada siempre se puede sacar algo.

P: La serie Gomorra también tiene una gran importancia en tus letras.

R: El tratamiento de la serie es poético. Y eso intento trasmitir. Dar un mensaje muy crudo, aparentemente antagónico con la belleza pero cuando lo escuchas, no lo es.

P: Esto nos lleva a un concepto como el de la Mafia. Algo que es aparentemente reprobable pero que puede desprender aspectos positivos.

R: Dependiendo donde naces y creces asumes ciertos valores que te sirven para sobrevivir. Aunque en otros contextos sociales no son adaptativos. La norma imperante es la norma prosocial. Hay códigos de la Mafia que son evidentemente positivos pero después está el tema criminal. Pero ahí hablaremos de una cuestión legal, no moral.

P: ¿Por qué no moral?

R: El sistema, tal y como está formado, tiene un hijo llamado crimen. El capitalismo no puede pretender instaurar esos pilares y que no lo haya. Es la cara B.

P: ¿Ves a la mafia como un movimiento que se rebela contra el sistema?

R: No es que se rebele, es que tiene que sobrevivir. Cuando arrojas miseria, el barrio se desborda. El mundo está construido de forma tan polarizada que es normal que pase esto. Cuando se crea una riqueza y una desigualdad, siempre habrá crimen.

P: Puede haber incluso connotaciones revolucionarias.

R: Hay veces que sí y otras que no. La Mafia no es revolucionaria. Es un sistema que está al margen. De hecho en Italia, donde sigue funcionando, está muy integrada en el mundo político. Si te fijas, la política también lo es. Pero son delitos de cuello blanco.

P: Bárcenas no deja de ser un gánster, por ejemplo.

R: La moral es relativa. Veo que hay cosas que están aceptadas pero no entran en mi moral.

P: Se habla muy poco de la Mafia española.

R: Tú lees Gomorra y España está ahí. Es un punto estratégico. Aquí está todo el meollo. Tú escuchas rap francés o alemán y todos hacen referencia a España. Málaga, Marbella, Gibraltar. Son códigos que se utilizan en Europa.

P: Pero el ciudadano medio español no tiene constancia de ello.

R: La financiación de ETA era una triangulación España, Italia, Colombia. Los grupos narcoterroristas siempre han estado conectados entre sí. Lo que pasa es que aquí no se habla de ello.

P: ¿Crees que se puede entablar amistad con un criminal?

R: Sí, porque entiendo lo que hay detrás. He conocido a muchos delincuentes dentro y fuera de mi trabajo. Y entiendo lo que hay detrás. Igual yo sería peor. A nivel criminológico yo tengo que buscar explicaciones. Soy psicólogo, no juez.

P: Puede haber incluso bondad ahí.

R: No siempre. Puede haber gente empática y con ciertos valores cuya vida le ha llevado a situaciones extremas de las que no se sienten orgullosos. Luego hay gente que ha matado y le da igual. Es muy complejo. Y lo he visto profesionalmente porque es donde he podido profundizar.

P: Has trabajado también con jóvenes en riesgo de inclusión. Supongo que aprenderías cosas de ello.

R: Por supuesto. No es bello desde el punto de vista moral pero todo aquello que conecta con la emoción lo es. El arte también se nutre del sufrimiento y la violencia es una expresión más del sufrimiento. En Leteo tengo una frase que es “también se llora bajo el pasamontañas”.

P: Tienes otra que es “el idioma de los nudillos desgastados”.

R: Claro. Es lo que he visto. Yo he estudiado pero mí alrededor se ha quedado en ese estamento. El salto de clase es complejo porque hay departamentos estancos. Por eso reivindico tanto la trampa de la meritocracia. Es muy difícil que el hijo de un obrero acabe trabajando en la NASA. El sistema no está creado para que haya ruptura de frontera entre clases. Sigo siendo de la misma clase pero he dado un golpe académico que me permite tener otra calidad de vida.

P: Intuyo que consideras que hay un poder establecido que impide eso.

R: El sistema está diseñado para perpetuar los ejes de desigualdad y el capitalismo se nutre de ella. Si eliminamos la desigualdad el capitalismo se cae. El neoliberalismo y los discursos de 'háztelo tú mismo' son fraude y terrorismo emocional. Un cuento chino.

P: Rap español. Eres una especie de rara avis. Viviendo como outlaw.

R: En 2016 empecé el doctorado y ya no di conciertos ni fui a ellos. Conozco a todo el mundo y ellos me conocen a mí. Tengo buena relación con la gente pero no me muevo con nadie de aquí. Intento estar al día de esos artistas que para mí están en el escaparate y que me gustan.

P: ¿Por ejemplo?

R: Elio Toffana.

P: Le entrevisté hace un mes. Una figura indiscutible.

R: Elio podría ser el icono por excelencia en este país. Por carisma, credibilidad y estética. Es sin duda, el más completo que hay.

P: Yéndonos al panorama rap español. Resulta muy poco creíble nacer aquí y hablar de putas y Lamborginis.

R: Aquí hay cosas duras. Pero quienes lo cantamos no lo somos. Tengo una frase que es “como con jueces ceno con sicarios”. Pero yo no lo soy. Soy un burgués.

P: Aquí, de hecho, la música de la calle es el flamenco

R: Es que es así. Yo lo veo y puedo decir, qué bravo. Pero personalmente no me gusta.

P: ¿Hay alguien más que te guste especialmente?

R: Como te he dicho Elio, también te digo Costa, por ejemplo. Respeto totalmente a todos y lo que hacen.

P: Te pediré después de Leteo que sigas.

R: (Ríe)

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