Dan seguridad, son elegantes y pueden resultar transgresoras. Aunque la pandemia y el teletrabajo hayan relajado la forma de vestir, las corbatas son el complemento masculino por excelencia. Reunimos a algunos de sus defensores.

El cambio de milenio trajo consigo nuevas empresas que desarrollaban un tipo de trabajo diferente. Aquellas primeras start ups estaban consagradas a las nuevas tecnologías y utilizaban un lenguaje distinto, más creativo, digital, que, a su vez, conllevaba códigos de vestir más relajados. Un look informal que hasta grandes compañías como Goldman Sachs se vieron obligadas a emular en sus casual Fridays. Los viernes se podía ir al trabajo de manera más trendy.

El traje y la corbata se quedaron en el armario dando paso a un estilismo antes reservado a los días de descanso. Han transcurrido dos décadas y, aunque es cierto que hoy en día la corbata ha quedado prácticamente reservada a la banca y la abogacía, sigue siendo un complemento masculino imprescindible, aunque no necesariamente para ir a trabajar. Porque si algo aporta este pequeño trozo de tela es, sobre todo, distinción y un toque de innegable elegancia.

Fue Hermès la firma que la encumbró allá por 1949, cuando presentó su primer modelo. En Cannes, muchos caballeros, a los que se les prohibía la entrada al casino por no llevar la corbata exigida, acudían a la tienda vecina de la maison. Para dar respuesta a la demanda, la marca se embarcó en la producción de este accesorio de seda, que se convirtió en un elemento básico del armario masculino.

Y, aunque para la marca la seda es su tejido estrella, actualmente este accesorio tiene sus variantes en lana o en cashmere, de modo que pueda vestirse no solo en eventos sino también en el día a día. Christophe Goineau, director creativo de los complementos de seda de la casa francesa, asegura que hoy tienen una generación más joven de clientes, ya que la más veterana ahora no quiere llevar corbata porque en su época era una obligación. "Ellos tratan de ser diferentes y buscan algo específico, no como sus padres o sus jefes que llevaban corbata porque tenían que hacerlo", cuenta.

Desplome en las ventas

Por qué triunfan las corbatas

Precisamente, es esta obligatoriedad, tanto en la época escolar como a la hora de ir a determinados trabajos, lo que ha hecho que las ventas de este complemento hayan bajado considerablemente en los últimos años.

En opinión de Carlos Satrústegui, director de Corbatas Lester, "la pandemia, y el estilo de vestir más relajado consecuencia del teletrabajo", tampoco ha favorecido su uso más recientemente. Pero él defiende que se puede llevar de mil maneras. "No es un traje azul marino, un camisa blanca y una corbata, como cuando nuestros padres iban al colegio. Puedes llevarla con un chaleco o un jersey de pico...", apunta.

Otros hombres al frente de las firmas de moda masculina también se declaran auténticos defensores de la corbata y del valor que aporta a la imagen. "En muchos casos, da seguridad. En otros, abriga, como en invierno, una buena corbata de lana o cashmere. Pero, en general, aportan sobriedad, elegancia y que todo tenga sentido si queremos ir más formal. El hombre se diferencia por sus zapatos y su corbata, y da gusto ver un buen nudo y una bonita corbata de seda estampada", apunta Enrique Solís, creador de The Seëlk. Jamás debe vestirse un traje sin corbata. "Es algo que pusieron de moda los países anglosajones y es una pena. No tiene ningún sentido y es algo que estaba muy mal visto en España", apunta Pelayo Olazábal, propietario de Fulham, que continúa, "en los últimos cuatro años ha bajado mucho la demanda, pero volverá". Las modas son así.

El "mandamás" de Hermès

La casa francesa marcó un antes y un después en el universo de las corbatas. Sus diseños aportaron color y estampados atrevidos que se salían de la norma. Confeccionadas en seda (la mayoría), están estampadas, cosidas y plegadas a mano. Siguen fieles al corte francés más tradicional con que se lanzaron a mediados del siglo XX y solo se comercializa un par de docenas de diseños distintos que nunca se repiten. Desde hace una década Christophe Goineau es el director creativo de sedas masculinas y, por tanto, el "mandamás" en lo que a los tejidos de las corbatas se refiere. Él decide cómo van a ser (y los fulares) cada nueva temporada. Amante de la moda y fiel a Hermès desde hace 30 años (cuando empezó a trabajar para la "maison"), afirma que para él no hay reglas a la hora de vestir una corbata. Suele contar que le gusta abrir el armario, seleccionar una camisa y con los ojos cerrados coger una corbata. Así ha descubierto combinaciones impensables que resultan excelentes.

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